Josefina, asomada en su ventana, miraba como jugaban los niños de su barrio. Corrían, saltaban y se reían a carcajadas, y ella pensativa se decía… “quisiera que me invitaran” – Mientras ellos decían de ella – “no la molestemos, esta preocupada”.
Un buen día pasó un cartero y le dió a josefina un gran consejo: Para ser amigos, hay que brindarse primero.
Ella tomó valor y caminó hacia los niños, pero antes de acercarse – ellos gritaron – ¡que bueno! Ya no está tan preocupada.
Muchas veces queremos tener nuevos amigos, pero olvidamos brindarnos primero.
Josefina y sus nuevos amigos aprendieron que no debemos tomar como real todo lo que suponemos o imaginamos, sino que nosotros mismo debemos comprobarlo.
Erica Correa