Dios mío, ¡quiero alabarte de todo corazón!
¡Quiero cantarte himnos
delante de los dioses!
Quiero ponerme de rodillas
y orar mirando hacia tu templo;
quiero alabarte
por tu constante amor.
Por sobre todas las cosas,
has mostrado tu grandeza,
has hecho honor a tu palabra.
Te llamé y me respondiste;
me diste nuevas fuerzas.
Dios mío,
¡grande es tu poder!
Te alabarán los reyes de este mundo
cuando escuchen tu palabra
y sepan todo lo que has hecho.
Dios mío,
tú estás en el cielo,
pero cuidas de la gente humilde;
en cambio, a los orgullosos
los mantienes alejados de ti.
Cuando me encuentro en problemas,
tú me das nuevas fuerzas.
Muestras tu gran poder
y me salvas de mis enemigos.
Dios mío,
tú cumplirás en mí
todo lo que has pensado hacer.
Tu amor por mí no cambia,
pues tú mismo me hiciste.
¡No me abandones!